lo que importa
Pensamientos,  Reflexiones

Lo que importa

Llámenme raro, mala persona, antiparabólico, anormal o diferente. Pero cómo detesto la cotidianidad de las conversaciones. Es muy probable que sea por eso que soy pésimo para salir en grupo a charlar los mismos temas de los cuales también nos quejamos en casa y con la almohada.

Una reunión familiar es un suplicio, una visita de amigos es una sonrisa falsa. Una tarde de juegos es cambiar el foco de atención. Una celebración es una tortura. Hace años salía a beber como un loco en la calle para entablar una conversación conmigo mismo. Después del otoño del 2010, me di cuenta que no estaba logrando lo que quería.

No me interesa saber tu día de trabajo, el frío que hace, lo lejos que está el bus, a quién le trabajas, la comida que tienes que comprar, cuántas personas tienes a cargo, a qué hora te tienes que levantar. Quiero que sepas desde lo más profundo de mi alma(si la tengo) y de mi corazón que no me interesa para nada. Te escucho y aquí estoy, pero no me interesa. Llámenme loco, pero en lo que a mí respecta, son conversaciones sin contenido.

Quizás tendría que entender que éstas son parte del pastel. Que lo mejor viene después. Que éstas son parte del camino para llegar al fin. Que éstas representan el relleno de la serie. Pero todos estamos claros que mientras más alargan la serie, la calidad de ésta se pierde.

Ahora que me detengo a pensar, quizás por eso es que me ladillo de escucharte. Yo solo quiero 3 temporadas y no me puedo calar los capítulos de relleno. No porque no tengo el tiempo suficiente (como la mayoría utiliza de excusa para parecer políticamente correcto), sino porque me ladillo. Punto y final.

Quizás porque dentro de todo eso que escucho existe un pozo en el que siento que es repetitivo. Un pozo de temas de conversación, el cual no importa el año en que nos encontremos, es como sacar el mismo número de lotería, esperando encontrar otro. No deja de ser suerte. No encuentro el número correcto.

Un pozo que es simplemente una fachada. No representa quiénes somos. Son posesiones. Tu trabajo, tu ropa, tu dinero, tu nombre, tu casa…. no me representa nada.

Muchos dicen que eso es solo producto de una maduración de cualquier tipo de relación. ¿Y si no?. ¿Porqué no hacerlo diferente?. Seguramente, volveríamos a lo mismo… Porque todo es un riesgo que no quieres cometer.

Me preocupa que cada vez veo menos «contenido». Mucho se ha camuflado con el contacto físico. Pero funciona como café, es momentáneo.

¿ qué te apasiona?, ¿ qué riesgo te gustaría tomar?, qué te excita? ¿Qué te da miedo? ¿ cómo te sientes?… ¿ eres feliz? ¿Qué ocupa tus pensamientos en tu día a día? porque sí y porque no? quieres correr? quieres gritar?, que te mata de la risa? A que cosa le dedicarías tu tiempo gratis?… Por favor cuéntamelo como si fueras un niño con juguete nuevo, sin ninguna responsabilidad, sin ninguna atadura. Como si fuera el último día de tu vida. Aunque no lo entienda, estaré conociendo a la persona real que esta allí.

Es curioso que si fuera el último día de tu vida, seguramente lo hagas.

Al final de todo… lo que importa… es lo que es invisible ante los ojos…

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