Motivación
Jesús, en Murcia, sale a ganarse el pan para mantener a su familia; mientras Junior en el barrio a unas cuadras camina sigilosamente hacia la joven que será su próxima víctima de abuso.
Carlos, en Philadelphia, se levanta para ayudar a un recién despierto Alex en la plaza del centro. Éste último corre despavorido con ansias al bazar para pedir sus drogas del día.
Jorge, en Monterrey, desea un viaje como deseo de su último cumpleaños, así que vende sus colecciones de toda la vida, mientras que su comprador Luis le muestra la transferencia fraudulenta producto de dicha transacción.
Estas historias como la de muchos están entrelazadas y solo es posible con motivación.
Ésta no mira el bien y el mal. No recrimina pasados. No imparte justicia. No juzga tus actos. Todos necesitamos de ella constantemente.
Seguramente has pasado por tiempos de ausencia de ella. De hecho, creo que en la actualidad muchos viven sin esperar nada, solo «esperan». Solo «disfrutan». Un disfrute que han disfrazado al alma con ausencia de ésta. Como si el tiempo pasase a través de nosotros sin sentirlo, cuando debería ser al revés. Es un correr de los días.
Seguramente sigues pasando por tiempos de ausencia de ella. También lo he pasado. De estar muchos días, semanas, meses buscando formas de entretenerte para simplemente NO pensar, hasta llegar al punto en el que no piensas NADA. Dejas de hacerlo y pierdes el rumbo. Te llegas a cuestionar para qué te despiertas. Es rutinario. Nada peor que una rutina no deseada. Buscas sufrir simplemente para SENTIR algo.
Supongo que es lo mismo que aquel Diciembre sentiste. Querías hablar conmigo. No te sentías bien. Tímido, igual que yo. Creo que sólo querías hablar. Yo, por mi parte, rebajé tus problemas frente a los míos. Ahora que lo pienso, creo que nunca me los terminaste de contar. Me ayudaste, reímos. Noté soledad. Algo te atormentaba. Conté un chiste de esos que usamos para apaciguar el ambiente. De esos que usamos como símbolo de «amigo». Por lo visto no fue suficiente. 3 días después decidiste que era el fin. Desde ese entonces… escucho y no hablo…
Ese final de año te ví un par de veces más. Estaba con mi familia de sangre. Aunque realmente mi mente nunca estuvo allí. Estábamos en el mismo lugar que me visitaste. Centro comercial frente a la peluquería, a 40 minutos de nuestra ciudad; ésta vez tomaba tomaba otras decisiones. Por lo tanto, otros resultados.
No podía haber imaginado que otros Diciembres estaría al otro lado de la torta. La diferencia radica en esos momentos de puntos bajos (que llegarán), valorar hasta el minúsculo detalle. Frente aquellos momentos de nubes negras, encontrar destellos. ,Mientras detestas tu día a día, hay otra persona que desearía tener tu estilo de vida. Valorar que mientras nos quejamos, un niño en Nigeria desearía tener un 10% de tu probabilidad de vida. Encontrar lucidez en esos momentos no es fácil, pero es posible. Es posible abriéndote contigo mismo; porque he visto muy de cerca la perspectiva de la arrogancia y molestia con el mundo. He convivido muchos años con el sesgo de victimismo crónico, que al final te aleja de una de las cosas mas bellas del ser humano que es AMAR.
No podemos cambiar el rumbo de nuestras decisiones pasadas. Pero sí podemos tratar de buscar constantemente la motivación necesaria para seguir viviendo y seguir respirando. Solo AGUANTA. Que todos son momentos que tienen que pasar